Pido Palabra

Y me sobran razones para pedirla, y juzgo que no han de escasearme las necesarias para defender contra tirios y troyanos a mis católicos convecinos de Benejama, tan calumniosamente heridos en los sentimientos de su probada fe y su religiosa piedad, por un suelto sin ligadura del periódico sectario de esa ciudad, intitulado “El liberal”. Como presumo que figuro también entre los supuestos escandalizados y no tengo la socorrida costumbre de dar a nadie la callada por respuesta, allá van a la buena de Dios y sin retóricos pespuntes ni peinados aliñamientos estas palabras, que por ser totalmente mías, supongo que no llegarán a escandalizar a nadie.
De sobra son conocidos ya los inofensivos incidentes a que dio lugar la prudentísima, oportuna y sensata exhortación de nuestro celoso Cura Párroco se creyó obligado a dirigirnos ocho días antes del señalado para las elecciones de Diputados a Cortés. Ni aludió remotamente a nadie, ni denunció con su palabra evangélica, hasta agitar el cálido polvo de las pasiones políticas. Recordó con extrema concisión, sin comentarios ni paráfrasis los particulares deberes que conviene tenga presentes todo católico de verdad al emitir su voto, y dejándonos en libertad absoluta para favorecer con nuestros sufragios al candidato que mayores simpatías nos merezca, previa la necesaria consulta con la conciencia, aseguró que por su parte observaría la mas absoluta neutralidad, por no haber recibido órdenes del Prelado para intervenir en la contienda.
Ni se pronunció, como supone el murguista gacetillero de “El Liberal”, el nombre del señor Conde de Buñol, candidato de la oposición conservadora, ni se puso en tela de juicio la respetabilidad del candidato ministerial, señor Arredondo. La prudencia de nuestro párroco está a cien codos sobre el nivel que mide la talla moral del anónimo sueltista sectario. Porque ni hubo más, ni pudo haber menos en el cacareado incidente. […]
Por las que amparan mi afirmación, me ha dolido y lastimado que “El Liberal”, se haya creído con autoridad bastante para asegurar que este católico vecindario se escandalizó al escuchar las advertencias de su Párroco, y que éste se lamenta hoy con paternal amargura de la ingratitud de sus feligreses, creyendo que hay un adarme de verdad en el calumnioso suelto del periódico citado. Quien debió sin duda escandalizarse, fue el inspirador de tan falsa noticia. ¡Así se agitan las pasiones y se ahonda en los abismos de la división! ¡Maldita estrategia!
[…]
Sin duda alguna los que dieron en sentirse escandalizados, no han llegado a comprender aun los sagrados y altísimos deberes del sacerdote cristiano en nuestros días. Quisieran perros mudos que no señalaran la proximidad del lobo, centinelas que se dejasen sobornar abandonando la vigilancia de la heredad del Padre de familias, y esto no es posible. Es preciso que el sacerdote católico esté siempre alerta para sorprender las evoluciones del sectario, y solo cumple como bueno el que redobla su vigilancia y denuncia las estratégicas habilidades del contrario, impidiendo con sus persuasivos consejos que el salteador de las conciencias encuentre portillos abiertos, o puentes mal cerrados en el cercado del alma. […]
Quédense pues con sus monjiles escrúpulos y sus farisaicos aspavientos los supuestos escandalizados cuyo rostro se dibuja tras las celosías del suelto en cuestión, y guárdenos Dios al ilustrado sacerdote que regenta para bien de nuestras almas la feligresía de Benejama. […].

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