Dile a mi lira que en cantar tus ojos
por donde el alma asoma ha de gozarse,
y en el mar de tus trenzas engolfarse
si en surcar por tus rizos siente antojos;
dile también que en los corales rojos
de tus labios su acorde ha de posarse,
y en tu aliento dulcísimo embriagarse
que al del nardo fragante causa enojos;
dile que ciña a tu serena frente
la luz del alba en el rosado oriente
o el fulgor misterioso de la tarde,
mas no quieras que te cante hermosa
si has de alzarte por ello vanidosa
mostrando así de tu hermosura alarde.