EL POETA

Si del poeta la vida
Amigos aún no sabéis,
Yo os la daré resumida
y al ser de vos conocida
al poeta conoceréis.

Nace, y al nacer, si llora
son versos ya sus lamentos
y de su vida en la Aurora,
tartamudea y adora
de los versos los portentos.

Llegando a mayor edad
y engolfado ya en amores
para más solemnidad
cuando escribe a su beldad
le escribe en verso y de flores.

Y metáforas inventa
a cientos, para expresar
de un amor la pena [carente?]
y aunque nada a veces sienta
Pinta su triste pesar.

Y llama al mundo, desierto
lleno de espinas; y flor
del valle, a su ídolo cierto;
vana sombra, al que está muerto;
Triste bardo, al ruiseñor.

Llama a su amante, capullo
que jamás seco estará.
Tórtola que en triste arrullo
Del arroyuelo al murmullo
Sus quejas cantando está.

Y así en locos devaneos
y entre goces y entre amor,
pasan sus bellos deseos
cual mentidos galanteos
que dejan solo dolor.

Escribe romances, odas,
villancicos y baladas,
epitalamios en […]
y por él todas las cosas
que exciten son celebradas.

Un drama escribe después,
y si recibe ovaciones
y aplausos con interés,
se los dan de su niñez
unos amigos simplones.

Después escribe comedias
de capa y de figuras.
Después escribe tragedias
recibiendo siempre medias
fórmulas de aceptación.

Y a la postre viene un día
que le silban, y al sentir
aquella agreste armonía
y confusa algarabía
jura no más escribir.

Pero no concluye el mes
sin que enarbole la pluma,
dando a luz un entremés
falto de todo interés
y lleno solo de espuma.

Y vuelve la gritería
y le llaman traductor
y al fin todos a porfía
con salvaje algarabía
le maltratan con furor.

Por eso entonces cansado
de vivir, corre al canal,
en el se arroja y ahogado,
da a su vida un fin airado
con tal medio criminal.

Y otras veces el Señor,
eco fiel de todo duelo,
concédele al trovador
en la tierra paz y honor
y ventura allá en el cielo.

Cual un miserable paria
solo de él queda la tumba
en el campo solitaria
donde eleva su plegaria
el céfiro que allí zumba

donde con fina armonía
canta triste el ruiseñor
el canto que repetía
allá en la arboleda sombría
saludando al Hacedor.

Donde un amigo querido
que por él tuvo interés
solo allí, llora al perdido
poeta desconocido
a quien no verá otra vez.

 

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