A UN DRAMATURGO

Aunque en prosa gallarda lo has escrito
ni es cristiano tu drama ni es hermoso,
pues me ofende tu ingenio poderoso
prisionero en el antro de un garito.

Sabe a podre, y a cieno, y a delito
cuanto vive en su ambiente ponzoñoso,
donde el alma no goza de reposo,
ni deja de escuchar del vicio el grito.

Donde como la bestia hasta la hartura,
y en hediondos placeres se recrea
rugiendo airada, en su cubil oscuro

nunca brilla la luz de la hermosura,
pues ni un solo detalle hay que no sea
canallesco y malsano, vil e impuro.

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