Del alma en los claros cielos,
¡Madre querida!
hay negras nubes que enlutan
su claridad mansa y tibia,
pero hay espacios azules
que nos convidan
con el ornato y la pompa
de irisadas lejanías
Del alma el huerto florido,
Regala espinas
Que enconan, ásperas siempre,
Sus venenosas heridas,
Pero también nos ofrece
Nunca marchitas,
las rosas que enciende el cielo
con llama de amores viva.
Del alma en las claras zonas
Se apaga el día,
Entre la urdimbre de nubes que traman odios y envidias,
Pero con el alba llega
Luz que me hechiza,
sonrosando los espacios
donde el sol tiene su silla.
Llegue tu luz a mi cielo,
¡Madre querida!
Siembre tu dulce cariño
Mi huerto de siemprevivas,
Y sé la divina aurora
de luz henchida,
que arrebole los serenos
espacios del alma mía.