A UNA NIÑA

Si me miras piadosa, y a vencerme
sin combate se arrojan tus miradas,
mírame sin cesar porque abrasadas,
fuego sean de amor en que encenderme.

No a esquivar su fulgor han de moverme
aunque muestren dos soles engarzadas,
ni a cegar por sus rayos deslumbradas
si al ganarme tu amor he de perderme.

Mírame sin temor, y esa encendida
luz que difunde tu mirada hermosa
torne mi pecho en abrasada hoguera,

aunque ardiendo en su fuego consumida
cual sencilla y voluble mariposa,
mi alma en la luz de tus miradas muera.

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