El ensayo
Pastor escribía breves ensayos que normalmente presentaba a certámenes en los que se proponía un tema concreto para la reflexión. Normalmente estaban organizados por asociaciones de carácter católico que querían estimular la reflexión artística o filosófica. Estos escritos solían ocupar alrededor de cincuenta hojas, escritas siempre en castellano, y con la religión como centro temático. Presenta una adjetivación rica, un uso importante de la perífrasis, de las oraciones subordinadas y de un vocabulario rico que dan un registro culto y a veces complicado. Siete trabajos fueron premiados en Córdoba, Alcoi, Valencia, Barbastro, Cullera y Marchena.
En estos ensayos critica a los filósofos no católicos como Voltaire, Lutero o Calvino; defiende la estética idealista, las excelencias de los templos dedicados al culto; la personalidad de Cristóbal Colon; la importancia de las órdenes religiosas; la tradición en la vida de los pueblos; el realismo en el arte, Fray Luis de Granada y Miguel de Cervantes, las bellas artes y la educación. Incluso llega a redactar una geografía médica de Beneixama, donde describe la situación de su pueblo en un estudio a caballo entre la sociología y la medicina. Dejó un ensayo de 231 páginas distribuidas en 29 capítulos, a pesar de que no estaba acabado, denominado “Autoridad científica de la Iglesia en nuestros días”. Parece que es el que Las Provincias señalaba como trabajo preparado para imprenta. Según Martínez Sanchis es el trabajo más sólido, extenso y elaborado de los que Pastor dedicó a la religión, la filosofía y la ciencia: En él, escritor confronta las principales teorías científicas y filosóficas con la religión católica. Defiende el catolicismo con fuerza y critica el progresismo basado en la separación del estado y la Iglesia.
Pastor defiende el igualitarismo y lo reclama para garantizar las leyes abolicionistas de la esclavitud. Se alinea, pues, con las tesis rousonianas que consideran la educación como elemento fundamental en el desarrollo humano y lejos de las tesis innatistas que relacionaban la inteligencia con los caracteres heredados. En este sentido se muestra contrario al darwinismo social porque éste justificaba la supremacía del hombre blanco.
Colaboraciones en la prensa
Pastor publica el año 1870 en el diario El Centro Popular unos artículos donde se muestra partidario de la República. Él mismo asistió y leyó una oda A la libertad en la inauguración del Centro de la Juventud Republicana en Valencia, donde se encontraban sus compañeros Simarro y Gimeno. Se alineaba en las tesis del republicanismo porque pensaba que la república podría poner España en mejor situación que la monarquía y que podría acabar con la corrupción continua de la administración estatal. Al mismo tiempo el republicanismo menos radical defendía la libertad religiosa sin voluntad anticlerical, cosa que se avenía mejor con el ideario del joven Pastor Aicart. Ahora bien, a partir de 1871 ya no seguiría la línea anterior y empieza a publicar en “El Semanario Económico Popular” artículos sin contenido político y que muestran un viraje en la ideología de Pastor Aicart. También empieza en el año 1870 a colaborar con la “Ilustración Popular” con artículos sobre las virtudes cristianas, apuntes de viajes, reflexiones sobre ciencia o filosofía y algún poema. Lo hace con un estilo combativo que lo acompañará siempre. En estos artículos defiende que, en general, la modernidad, con su confianza en la razón humana, ha significado a la larga comenzar un camino de increencia religiosa con el cual la sociedad se disuelve porque no tiene el freno moral que supone la obligación de obediencia cristiana, tal como afirma Josep Martínez Sanchis en la monografía citada. Es curioso ver que utilizaba varios pseudónimos para no repetir su nombre en un mismo ejemplar: Valeriano, Olegario Belda, Licenciado Linaza.
Nunca dejó de publicar artículos, en la parte final de su vida especialmente en Alcoy y Alicante, también alguno en Novelda. En el diario El Alicantino aparecen dieciséis epístolas tituladas “La sociedad moderna: cartas a un amigo”, variante del que más tarde será La novela moderna. En dichas cartas recomienda a su amigo Leocadio (destinatario interno de los artículos) que no abandone la forma de vida tradicional y que desconfíe del progreso, contrario a la doctrina religiosa. En ellas revisa la convulsa situación política de finales del XIX. También apareció una reseña sobre el funeral de su paisano, el cardenal Payá (3 de marzo de 1892).
La polémica con el naturalismo
Emilia Pardo Bazán escribió el 1882 un ensayo denominado La cuestión palpitante en el cual la autora gallega analiza el movimiento literario conocido como naturalismo, especialmente a partir de las novelas de Emile Zola. La autora gallega reconoce tanto elementos positivos como negativos. Los personajes protagonistas de las novelas de Zola están condicionados por la herencia y el ambiente en que se mueven, un determinismo que trae el novelista francés a ambientarlos en barrios pobres, explotados, con problemas de alcoholismo, con prostitución. Todo esto chocaba con la concepción del arte y de la literatura en particular de Pastor Aicart, el cual estaba convencido que podían ejercer un efecto moralizador y benefactor en una sociedad en descomposición. Los escándalos morales y a veces sexuales de las novelas naturalistas representaban para un escritor muy católico, como era Pastor Aicart, una inmoralidad que había que denunciar y criticar.
La cuestión palpitante no era sólo una defensa del naturalismo sino también una voluntad de abrirse a las ideas estéticas procedentes de Francia y de Europa en general. Muy pronto tuvo respuesta en diferentes medios de prensa española, algunas en forma de artículo y otros en libros. Por ejemplo, la de Juan Barcia Caballero en 1884, la de Juan Valera en 1887 o la de Pastor Aicart en 1886. Éste escribe treinta cartas dirigidas a su amigo Barcia Caballero en las cuales hace un análisis profundo de la literatura europea y de la naturalista en concreto. Se muestra como un gran lector de todo el que está editándose en Europa. Fue editada en Alcoi en un libro de 370 páginas, denominado “La novela moderna. Cartas críticas”, a cargo de Federico Company. El autor de Beneixama sabe que sus gustos e ideas estéticas (más emparentadas con el idealismo romántico) han pasado de moda, aunque él las seguirá defendiendo constantemente. Critica a Emile Zola y sus novelas pero también a aquellos que lo desprecian sin apenas haberlo leído. Pastor entiende el naturalismo como una evolución oportunista del realismo, pesimista e inmoral en el fondo, antiestético en la forma y tendencioso en su fin. Según él, es oportunista porque quiere el éxito de ventas a costa de escandalizar a los lectores. Critica también la base filosófica del naturalismo (el materialismo monista de Feuerbach), que niega el alma como sustancia independiente del cuerpo y, de este modo, determinada por las leyes de la materia, lo cual somete a las personas al fatalismo puesto que no se pueden liberar de su destino social o biológico. Ahora bien, también hay espacio para reconocerle al naturalismo algunas virtudes: la precisión en la descripción, la ambientación colorista, exuberante, los detalles, la vitalidad del ingenio, etc. En todo caso, duda del supuesto afán moralizador del naturalismo cuando expone el vicio y la maldad. Para Pastor esto no aporta nada de positivo. Además, basándose en la ontología platónica, opina que la belleza no puede estar sujeta a la diversidad de gustos y ser independiente de los contenidos. Es decir, que si el objeto descrito no es bello no se puede hacer una creación estética bella. Y a un objeto bello le puede corresponder una creación artística (un poema, por ejemplo) también bella y perfecta, pero nunca si el referente descrito es un vicio o una maldad. Llega a defender la censura y el aislamiento hacia estas producciones.
Es por eso que Pastor defiende una estética cristiana en las novelas, aunque él no quiso nunca escribir ninguna novela, seguramente porque no atribuía a este género un poder educador sobre los lectores. A pesar de esto, su biblioteca personal está llena de novelas de autores como Goethe, E.T.A. Hoffman, Shakespeare, Daudet, Clarín, Horacio…
Pastor Aicart aspiraba a que su libro tuviera una repercusión importante, aunque en alguna carta se queja que esto no ha marchado como él deseaba; bien porque ha faltado difusión, bien porque quienes tenían que haber dicho algo habían callado o sencillamente porque era incomprendido. Sentía que su visión crítica había quedado relegada a un segundo término, en parte también porque hacía cuatro años de la aparición del libro de Pardo Bazán y la polémica había bajado bastante. Por el contrario el libro obtiene el elogio del escritor Manuel Polo y Peyrolon, el cual dice que se trata de una verdadera historia crítica de la novela moderna; que tiene un lenguaje sonoro, ampul.lós y poético. También Menéndez Pelayo lo incluyó en su Historia de las ideas estéticas en España. En general, todos los estudios sobre literatura española citan el libro de La novela moderna para tratar sobre la repercusión del naturalismo llegado desde Francia; incluso en los estudios más recientes de Nelly Clémessy en Francia o de Mary Lee Bretz en Inglaterra y Estados Unidos. Podemos concluir que la obra de Pastor ha ido ganando en importancia y repercusión a lo largo del tiempo y le ha valido para ser conocido en contextos nacionales e internacionales.