Es éste un género que le reportó el ser muy conocido y difundido en su comarca. Beneixama, Banyeres de Mariola y Fontanars dels Alforins interpretan cada año durante las fiestas de moros y cristianos los textos creados por Pastor Aicart a finales del siglo XIX o principio del XX. En realidad, son piezas teatrales que se adscriben al género del drama histórico propiciado desde el Romanticismo durante el siglo XIX.
Las embajadas de Onil y otros pueblos se atribuyen a Vicent Boix, que fue profesor, en el instituto de enseñanza secundaria en Valencia, del joven Juan Bautista Pastor; por lo tanto, es posible que tuviera la motivación de escribir embajadas siguiendo el ejemplo del maestro. El 1872 es el año de las primeras embajadas de Beneixama y cuatro años después termina otra versión (que ya contiene el acto de la conversión del musulmán al cristianismo), la cual será editada en Ontinyent en 1878 –Imprenta A. Albero- con alguna enmienda respecto a la anterior. Pasados unos años escribió otro texto diferente a la primera versión mencionada y que está datado el 1897, Imprenta Francisco Compañy.
La característica más diferenciadora de estas embajadas es que acaban con un tercer acto de conversión del musulmán. Es el caso de las tres escritas por Pastor, aunque en la de Banyeres de Mariola, del 1902, parece que el autor de la conversión del moro no es Pastor Aicart sino el mismo autor de la conversión de Bocairent o la embajada de Villena. La embajada de Bañeres fue escrita por la amistad que tenía con el bañerense Victoriano Martínez Francés. La de Fontanars es posterior a las dos, de 1914 y sí que contiene la conversión escrita por Pastor y Aicart.
Las embajadas están escritas en castellano, en versos decasílabos y endecasílabos. Hay bastantes versiones de las embajadas, cosa que explicaría que era un texto vivo, rehecho por el autor a la vista y escucha cada año de la representación dentro de la fiesta de moros y cristianos. Es una forma de ir mejorando, añadiendo o quitando, el texto inicial para conseguir la máxima vivacidad y el aplauso del público con quien compartía escenario. Una forma peculiar de literatura “interactiva” y “evolutiva”, por decirlo de alguna manera.