Lejos de mi la tentación liviana
cuya pompa fugaz al vicio inclina,
lejos el oro y su ambición mezquina
más que la dicha de los goces vana;
vibre la voz de la gentil campana
desvelando mis sueños argentina,
y en la arboleda de mi hogar vecina
su trova ensaye el ruiseñor galana,
que más que el oro en cuyas redes llora
triste el mortal a la codicia atado,
precia mi amor que lo infinito adora,
blando sueño tranquilo y sosegado,
un beso de mis hijos a la aurora,
parca mesa, virtud y un hombre honrado.