MI CASA

Nací donde un día
murieron mis hijos,
en la misma alcoba que escuchó mi llanto,
me llenó su muerte de pena y de frío!
Casi desde entonces
parece más triste y oscuro mi asilo;
y es que la luz entra
como temblorosa, como en un abismo!
Lo que parecían cadencias y acordes
de algún pajarillo,
en notas dolientes
trocaron sus ritmos,
el dulce rubor de los besos
que en la frente dejé de mis hijos,
un triste silencio es mi sombra y martirio.

No hay jardín como el pequeño valle
de olmos cubierto, nogales y olivos,
ni otro horizonte que su claro cielo
que a los besos del Sol arde en estío.
Mi alma aquí goza en la aldea
sin envidias, discordias ni odios malignos,
libre y sonora como las aves
que anidan en sus riscos,
pura como las fuentes
que alegres sus aguas llevan a los ríos.

Sobre la losa al reclinar mi frente
sordo rumor y misterioso advierto
cual si a la vida despertara el muerto
tornan a alzar la quejumbrosa suerte.
Como el Sol al hundirse en Occidente
deja de sombras el azul cubierto
y al traspasar el sideral desierto
con nueva luz se encenderá en Oriente,
así del polvo la mundana escoria
en el postrer instante de mi vida,
se alzará la tuya pregonera,
y peldaños de luz dará la gloria
al varón justo que en veloz huida
a celeste mansión llegará, si en Dios espera.

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